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En una reciente intervención pública, el pastor evangélico Ezequiel Molina expresó: “Detrás de cada mujer exitosa en los negocios y en las empresas, lo más probable es que haya un hogar descuidado”. Esta declaración, que buscaba resaltar la importancia de la familia, ha suscitado un debate necesario sobre los roles y las responsabilidades dentro del hogar y en la sociedad.

Aunque quizás dicha con buenas intenciones, esta frase encierra una visión que no solo responsabiliza desproporcionadamente a las mujeres del equilibrio familiar, sino que también ignora la corresponsabilidad que hombres y mujeres deben asumir en la construcción de un hogar sólido. En un mundo que lucha por dejar atrás paradigmas obsoletos, esta afirmación nos invita a reflexionar sobre cómo la igualdad y el amor pueden transformar nuestras familias.

Más Amor, Menos Generalizaciones, El pastor Molina, como líder espiritual, tiene un alcance significativo en la vida de muchas personas. No obstante, es importante que su mensaje trascienda las generalizaciones y abrace un enfoque que fomente la unión y la corresponsabilidad. En lugar de centrarse en el éxito laboral de las mujeres como posible causa de descuido familiar, el énfasis debería estar en los valores de amor, compromiso y equidad que sostienen a una familia.

La Biblia nos recuerda que el amor es la base de todo: “El amor es paciente, es bondadoso; el amor no es envidioso ni jactancioso, no se envanece” (1 Corintios 13:4). Este principio nos invita a abandonar los juicios y a construir desde el respeto mutuo, reconociendo que el cuidado del hogar no es responsabilidad exclusiva de un género, sino un proyecto común.

La Familia: Un Compromiso Compartido, Hoy en día, las mujeres han asumido roles destacados en el ámbito laboral y empresarial, lo que ha requerido grandes sacrificios. Sin embargo, también enfrentan una carga desmedida al ser las principales responsables del cuidado del hogar, especialmente cuando los hombres se ausentan o no cumplen con sus deberes como padres y esposos.

Es una realidad dolorosa que muchas madres deben criar hijos “huérfanos de padres vivos”, hombres que eligen desvincularse no solo de sus parejas, sino también de sus hijos. Este abandono no solo afecta a las madres, sino también a los niños, quienes merecen el apoyo y la orientación de ambos progenitores.

Sin embargo, también es cierto que, en algunos casos, hombres responsables enfrentan dinámicas familiares desequilibrados. El problema, entonces, no radica en el género, sino en la falta de compromiso y corresponsabilidad de ambas partes.

En lugar de atribuir el descuido familiar al éxito profesional de las mujeres, el pastor Molina podría enfocar su mensaje en la necesidad de que hombres y mujeres trabajen juntos para fortalecer a sus familias. Una frase más equitativa y edificante podría ser:
“Por la falta de amor, compromiso y equilibrio, muchas familias enfrentan descuidos. Es necesario que hombres y mujeres asuman juntos la responsabilidad de construir hogares sólidos, donde la familia sea siempre la prioridad.”

Este enfoque no solo promueve la igualdad, sino que también llama a la reflexión y al cambio, dejando atrás discursos polarizantes que perpetúan el machismo o el feminismo como extremos opuestos.

Hacia un Futuro de Igualdad y Respeto, el éxito profesional, tanto de hombres como de mujeres, no debería estar reñido con la estabilidad familiar. El verdadero desafío está en construir sociedades donde el trabajo y la familia sean compatibles, y donde todos los miembros del hogar compartan responsabilidades en un ambiente de respeto y amor.

Pastor Ezequiel Molina, su liderazgo puede ser un vehículo poderoso para promover esta visión. Predicar desde el amor y la igualdad no solo edifica a las familias, sino que también refleja el mensaje de Jesucristo, quien llamó a la reconciliación y al respeto mutuo.

Hoy más que nunca, necesitamos discursos que unan, que abandonen estigmas y que inviten a hombres y mujeres a trabajar juntos por el bienestar de sus hogares. Solo desde el amor y la igualdad podemos construir familias fuertes, bases de una sociedad más justa y armoniosa.

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