Una mirada desde mi ventana.
ENREDADORD
Por: Prof. Juan Pujols
En un mundo convulsionado por conflictos bélicos que diezman comunidades, una indiferencia que anestesia nuestras conciencias y una comunicación carente de objetividad, nos enfrentamos a una realidad donde la violencia se infiltra incluso en el núcleo familiar, dejando a niños huérfanos y generaciones futuras marcadas por traumas profundos.
La violencia, en sus múltiples formas, no solo causa daños físicos evidentes, sino que también deja cicatrices invisibles en la psique de las personas. La exposición constante a situaciones violentas puede desencadenar trastornos como depresión, ansiedad y estrés postraumático. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia contribuye significativamente a la carga mundial de morbilidad, afectando tanto la salud física como mental de las poblaciones.
World Health Organization (WHO)
Si continuamos por este camino sin implementar cambios significativos, en 15 o 30 años podríamos enfrentar una sociedad aún más fragmentada. Las crisis de salud mental se exacerbarían, las desigualdades se profundizarían y las generaciones futuras podrían estar marcadas por el trauma y la desesperanza. La violencia no solo afecta a las víctimas directas, sino que su impacto se extiende a familiares, comunidades y a la sociedad en general, perpetuando ciclos de sufrimiento y desintegración social.
Sin embargo, este futuro no es inevitable. Si nos repensamos como sociedad, podemos cambiar el rumbo. Es esencial reconstruir valores de empatía, justicia y equidad. La educación emocional debe ser una prioridad en nuestros sistemas educativos, enseñando a las nuevas generaciones a manejar conflictos de manera saludable y a desarrollar resiliencia. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de ofrecer información objetiva y fomentar el pensamiento crítico, evitando la desinformación y la polarización.
Las políticas públicas deben centrarse en el bienestar humano, priorizando la salud mental y creando entornos seguros y saludables para todos. La prevención de la violencia es fundamental y requiere un enfoque multisectorial que aborde las causas subyacentes, como la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a servicios básicos.
El futuro lo construimos con nuestras decisiones colectivas. Es momento de actuar, de transformar nuestra realidad y de sembrar las semillas de una sociedad más justa y saludable para las generaciones venideras. No podemos permitir que la indiferencia nos paralice; debemos ser agentes activos del cambio que deseamos ver en el mundo.
*Juan Pujols*escritor
Feliz fin de semana