ENREDADORD

Por: Juan Pujols

La mañana en que el pueblo despertó

Este 24 de abril amaneció con una lluvia persistente, como si el cielo recordara también aquel día de 1965, cuando el pueblo dominicano se alzó en armas para restaurar la democracia y devolver al poder al profesor Juan Bosch. Había sido víctima de un golpe de Estado orquestado por sectores retrógrados del país, con el respaldo directo del gobierno de los Estados Unidos.

Aquella mañana no llovía agua: llovían balas. Balas que mataban, que truncaban sueños, que buscaban silenciar el clamor de un pueblo por justicia y libertad.

La paz relativa que vivimos

Hoy no hay disparos en las calles, pero tampoco hay verdadera paz. Vivimos una calma relativa, engañosa. Los responsables intelectuales y morales de aquel golpe no han desaparecido; se han reciclado. Cambiaron sus métodos, sus disfraces, pero no sus intenciones.

Los mismos intereses que en 1965 respaldaron la intervención militar estadounidense siguen hoy activos, disfrazados de diplomacia, de inversiones y de discursos vacíos sobre “estabilidad” y “cooperación”. Pero detrás de esas máscaras, siguen presentes los mismos ataques contra la soberanía y el espíritu dominicano.

Heroísmo desde la raíz

Nuestra historia está llena de ejemplos de heroísmo. Desde la resistencia indígena contra los conquistadores españoles —cuando solo contábamos con arcos y flechas— hasta la firme oposición al poderío militar yanqui en su segunda intervención del 1965.

Ese espíritu de lucha no se apaga. Resiste, se transforma y se hereda. Por eso, hoy más que nunca, debemos rendir honor a nuestros héroes: los visibles y los anónimos. Aquellos que cayeron, y aquellos que aún luchan, cada uno a su modo, por la libertad y dignidad de nuestra nación.

Una historia que no se debe olvidar

El pueblo dominicano ha demostrado ser amante de la paz, pero también ha dejado claro que sabe luchar cuando es necesario. Que no se equivoquen: si nos buscan, nos encuentran, y de qué manera.

Por eso, este día no debe pasar como una efeméride más. Debe ser un momento de reflexión, de memoria viva, de compromiso renovado con la verdad, la justicia y la patria.

¡Arriba la patria! ¡Patria o muerte, venceremos!
Hoy caen lluvias, no balas… pero el sabor amargo de aquel retroceso impuesto aún persiste. Que nuestros hijos y nietos conozcan la verdadera historia, y que nunca más permitamos que la traición disfrace de progreso lo que en realidad es sumisión.

Juan Pujols

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